Este texto es producto de la entrevista mantenida con la directora del Centro Administrativo Saami en Rusia, de las conversaciones con Vitaly y Jevgeny y mis vivencias personales en la Laponia Rusa.
Los Saami me pidieron que contara su historia. Pusieron en mis manos todos los medios gráficos y testimonios escritos que tenían a su alcance y tras varios intentos infructuosos por reproducirla en medios de mayor difusión la transmito a través de mi blog.
Las imágenes en blanco y negro están extraídas de los archivos históricos del centro. Las imágenes en color las realicé hace un año en la Península de Kola.
Los Saami me pidieron que contara su historia. Pusieron en mis manos todos los medios gráficos y testimonios escritos que tenían a su alcance y tras varios intentos infructuosos por reproducirla en medios de mayor difusión la transmito a través de mi blog.
Las imágenes en blanco y negro están extraídas de los archivos históricos del centro. Las imágenes en color las realicé hace un año en la Península de Kola.
Esta es su historia...
RUTA BOREAL • EL PUEBLO SAAMI
Vitaly apura los restos de un vodka de destilación propia elaborado meses antes. Su rostro es duro, su piel curtida por los inclementes envites de un viento y un frío extremos, sus rudos ademanes muestran con claridad a un hombre adaptado a una naturaleza hostil. Tras sus ojos, de un azul acerado, se esconde una intensa mirada, rápida e inteligente, siempre alerta.
Sentados alrededor de una mesa de madera, llena de objetos, vasos sucios y cigarrillos, observamos ensimismados la efímera claridad que transmite la luz boreal que se abre paso a través de la ventana de su rulote.
La estufa caldea la única estancia que compone su vivienda, con camas mueble en ambos extremos y una cocina central alineada con la puerta. Pieles de reno colgadas separan distintos espacios.
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Conocí a Vitaly casi por casualidad dos días antes, cuando aterido de frío visité el Museo de la Cultura e Historia Saami en Lovozero, buscando sólo un lugar donde calentarme.
Seguido por una escrutante mirada de ceño fruncido, realizo el recorrido a través de la mal expuesta colección de objetos, fotos y recreaciones, que dedica un apartado bochornosamente grande a la II Guerra Mundial, evidente reclamo de Rusia sobre los pueblos nómadas.
Concluida la visita me recibe Tania, una preciosa chica Saami de pelo rojo oscuro y ojos azules que habla un tosco inglés, le expreso mi interés por tratar con los nómadas. Ante mi moderada, pero persistente insistencia, telefonea a Vitaly y tras este, a Jevgeny. Minutos después estoy cerrando el trato de la expedición que me llevará a conocer a su pueblo.
Me despido de Tania y a la voz de ”com” Vitaly me conduce hasta el Centro Administrativo Saami en Rusia. Allí conozco a su directora y al equipo que lo administra. Nos invita a te y pastas y charlamos sobre cultura e historia.
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Tras la visita al Centro nos desplazamos a casa de Jevgeny. Tras franquear un monótono portal soviético subimos a la última planta. Tocamos a una puerta gris, como las del resto del edificio, tras la que aparece un hombre de piel tan blanca como la leche, mirada cálida y educación refinada. Jevgeny trabaja para el centro como traductor y aunque es Saami, no hay nada en su aspecto que lo revele.
Al contrario de lo que he podido observar desde que salí de Finlandia, dos semanas atrás, el interior de su apartamento es cálido y acogedor. El suelo forrado con tarima de madera de roble y la cuidada decoración de su piso me transporta inmediatamente a las estancias alemandas de los pueblos bávaros. Huele bien. Su mujer prepara la cena de su hijo, un niño rubio y juguetón, más preocupado por enseñarnos sus juguetes e interrumpir nuestra conversación que de prepararse para la cena.
Con el habitual te y la mesa llena de pastas Vitaly va respondiendo a mis preguntas, desentrañando con el ritmo de una fluida conversación, la delicada situación en que se encuentra su pueblo en la actualidad y la relación sociocultural que mantiene con Rusia.
Me llama la atención la ausente participación de Jevgeny, que se limita a traducir literalmente las palabras de Vitaly, tal vez en una actitud de respeto. La conversación se desarrolla casi a modo de entrevista, Vitaly escoge cuidadosamente cada palabra, parece estar actuando como portavoz de su pueblo ante occidente.
Durante la charla se trasluce la preocupación de lo incierto que el futuro deparará a su pueblo y como una lección bien aprendida estructura ordenadamente los problemas que han minado su cultura, así como las posibles actuaciones que podrían salvarla.
Breve secuencia histórica
Los Saami reivindican su procedencia europea, sin embargo, el origen del pueblo lapón no está del todo claro.
Los arqueólogos han constatado la existencia de asentamientos paleolíticos entre los siglos VIII-VII a C. Algunas teorías defienden la hipótesis de una migración desde la zona franco cantábrica pirenaica, hacia las costas septentrionales de Escandinavia y la península de Kola entre 11.000 y 6.000 años A.C. Sin embargo, la versión más aceptada parece la de un proceso de colonización a través de distintas migraciones.
La primera, desde Escandinavia hacia la península de Kola, realizada por tribus de origen europeo. La segunda migración llega desde la parte norte de los Urales.
A partir de este momento, se extiende una raza mezclada de fisionomías de tipo caucásico con apariencia mongoloide por la península de Kola y Escandinavia. En Rusia fueron llamados lapones.
De 1216 data la primera mención de la presencia del poder de Novgorod en Kola, que entró desde las orillas del mar Blanco, imponiendo tributo a sus habitantes, que además pagaban a la corona Noruega. En 1326 Noruega firma un tratado de paz por el que cede todos sus derechos territoriales a la República de Novgorod.
Del s. XV datan los primeros asentamientos permanentes en Umba y Varguza, en la ribera del Terek. En 1478 Kola pasa a formar parte del estado moscovita. Los colonos asentados en Carelia se desplazan hacia el norte y se establecen definitivamente en Kola.
Más tarde, el Gran Ducado de Moscú pasa a formar parte del estado ruso y se impone la cristianización de la población Saami.
Culturalización / Sovietización
Vitaly relata el problema de la integración cultural originado en la era soviética.
Con la llegada de los soviets al poder, el legado multiétnico dejado por el régimen zarista en el Imperio Ruso fue transformado en aras de la aspiración a la total integración cultural de las naciones incluidas en la URSS, a través del papel ejercido por el Partido Bolchevique.
Al proceso de colonización iniciado en el s. XVIII, a través de la imposición del sistema servil y el desplazamiento de campesinos, motivado por la presión impuesta a la tierra, se añade la política de Lenin, drásticamente orientada a la asimilación cultural, lingüística y educativa de todos los pueblos.
Los mecanismos puestos en marcha por el Partido consisten en la transformación de los idiomas tribales, así como su desarrollo escrito y en la difusión de la escritura cirílica, estableciendo el ruso como segunda lengua nativa, a través del sistema educativo, que sirve de vehículo a una acelerada sovietización.
Esta política se asoció a la sovietización de las instituciones nacionales de la URSS y al desarrollo de élites locales, estrechamente vinculadas al partido.
El periodo estalinista añade, el factor de reorganización territorial, junto a medidas económicas vinculadas a la periferia, en el marco de una planificación centralizada.
Más tarde se instituye un desplazamiento masivo de campesinos hacia una nueva clase social orientada a la especialización técnico-científica, con nuevos valores y aspiraciones. Motivadas por el acceso a la información y especialmente a la televisión, nace una nueva sociedad civil que por primera vez cuestiona la estructura burocrática y política del país.
La descentralización económica de la Perestroika, así como el posterior desmembramiento de la Unión Soviética han constituido el catalizador determinante de la nueva sociedad rusa y de su desarrollo territorial.
Estos factores han provocado la transición de las culturas basadas en valores tradicionales, en favor de sociedades abiertas a los estímulos preponderantes de las sociedades occidentales, con la consecuente pérdida de sus identidades culturales.
Actualmente, mientras las familias nómadas gozan de una calidad de vida relativamente elevada, las familias afincadas en las ciudades tienen altos niveles de paro, muchas de ellas viven en la miseria.
Este factor hace vital la lucha por la recuperación cultural del pueblo Saami. Recientemente se han formado comunidades agrupadas en territorios denominados “ochina”, en los que viven según sus tradiciones ancestrales. Vitaly marca en mi mapa la situación de algunas de ellas, sus nombres y sus límites.
La situación política
La población Saami en la Federación Rusa es de unos 1.700 individuos, de los que alrededor de 1.000 llevan un modo de vida semi-nómada. El resto, como Jevgeni, están integrados en la vida rusa. Por lo que, siendo el Distrito de Lovozero, el más grande del Oblast de Murmansk, sólo cuenta con un diputado en la representación del gobierno.
El año pasado se presentó a las elecciones Vitaly. Actualmente, es Tania, la directora del Centro, la que ostenta el cargo.
Vitaly me cuenta que estos los últimos años se ha producido un cambio en la mentalidad política del gobierno hacia a su cultura, que preocupada por sus asuntos, la reivindica como original. Detalla las ayudas recibidas a través del Centro, mediante programas educativos para la revitalización cultural, las ayudas económicas para la compra de telefonía móvil, así como las subvenciones para la instalación, en la taiga, de pequeñas cabinas habitables.
Realmente dependen de la benevolente actitud actual de un gobierno en el que no tiene representación real.
La supercentralización del poder en un país tan grande, que necesita mas de una semana de viaje, si las condiciones climáticas son favorables, sólo para cruzarlo en tren, deja muchos vacíos en las administraciones locales de los distritos.
Las relaciones socioculturales con otros pueblos nómadas rusos son prácticamente inexistentes. Los Chukchi, habitan territorios demasiado lejanos y entre ellos no se ha establecido comunicación. Mientras que históricamente, la relación con el pueblo Saami residente en Escandinavia ha estado bloqueada y sus intereses no han sido defendidos.
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Movilidad
Un inconveniente añadido es el de la movilidad. La vida nómada se desarrolla anualmente a lo largo de cuatro períodos semi-coincidentes con las estaciones. El invierno se dedica a la caza, la pesca en los lagos interiores y a la cría de renos. El verano se destina a la pesca en el mar Blanco y el mar de Barents, mientras que la primavera y el otoño son los periodos de migración.
El problema es que los Saami nunca reclamaron para si el territorio, que fue repartiéndose entre los colonos rusos. A diferencia de los mongoles y otras culturas nómadas que cabalgan por estepas y desiertos que carecen de propietario, los Saami se encuentran atrapados por límites ficticios que obstaculizan las migraciones en la taiga.
A este inconveniente, se añade el de las grandes infraestructuras de gas y petróleo que cruzan la península de Kola en sentido N-S.
El puerto de Murmansk, libre de hielo durante todo el año y mayor asentamiento ártico, es el lugar estratégico ideal para el inicio de la campaña para la reclamación de territorios polares. Con el progresivo deshielo de la banquisa, las cinco naciones con territorios árticos se han lanzado a una cruzada territorial para la explotación de recursos energéticos.
Estados Unidos, Canadá, Noruega, Dinamarca y Rusia están cartografiando los fondos marinos árticos para efectuar el reparto, tal como establece la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1994, ratificada por 156 países, entre los que no se encuentra EE.UU., que establece, que los países que aspiran a extender sus fronteras más allá de 200 millas náuticas deben demostrar que el suelo oceánico es de procedencia continental.
Actualmente, las diferencias por los límites fronterizos entre Rusia y Noruega son de gran repercusión sobre la política exterior de estos países, que desde sus bases más septentrionales de Svalbard y Murmansk, están enviando submarinos y rompehielos para trazar una exhaustiva cartografía oceánica e investigar las posibles fuentes de reservas de gas natural y petróleo, donde instalar plataformas para su extracción.
Murmansk es el puerto más grande del Ártico. Históricamente ha desarrollado un importante papel tanto en la Segunda Guerra Mundial como durante la Guerra Fría, hoy, los 256 reactores nucleares que todavía continúan en funcionamiento, están siendo puestos a disposición de esta campaña por los recursos naturales del Océano Ártico, en los que el Kremlin tiene puesto especial atención para poder controlar los recursos energéticos de los que dependerá Europa.
Tanto oleoductos y gaseoductos, como la importante conexión férrea Murmansk-San Petersburgo, por la que se envían importantes cargamentos de mineral, que hacen de la península de Kola una zona especialmente rica, cortan en dos el territorio y hacen muy difícil la migración desde las grandes reservas naturales de la zona occidental, hacia las zonas de pesca y los asentamientos fluviales de la parte oriental.
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La caza ilegal
Otro de sus problemas lo constituye la caza ilegal así como la jurisprudencia asociada a ella. La caza, profesión que durante muchas generaciones ha mantenido a los habitantes rusos de Kola, no ha estado prácticamente legislada hasta hace relativamente poco tiempo. Los cazadores suelen, con frecuencia, abatir renos, que habituados al contacto humano, se convierten en presa fácil.
Recientemente la caza ha sido prohibida en el Oblast de Murmansk, por lo que me guardo mucho de informarles que la semana que viene he de encontrarme con un cazador a pocos kilómetros de Zelenoborskiy. Aún la prohibición, los cazadores y traperos que durante toda su vida han practicado este oficio, continúan haciéndolo ahora como furtivos.
Los que son detenidos, suelen portar algún tipo de documento que los exime del cumplimiento de dicha restricción, por lo que una regulación real, en sentido práctico se hace muy difícil. No obstante esta medida no ha sido inútil y la población de renos ha experimentado una recuperación espectacular.
Sin embargo, se trata de una medida de doble efecto, puesto que se aplica a toda persona y para todo el territorio, por lo que limita, directamente, una de las bases de sustento de la población nómada.
La restricción ha sido impuesta por un periodo de tres años, tras los cuales, los Saami, esperan poder conseguir una exención para las familias nómadas.
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Vitaly cree que, sólo a través del turismo, pueden obtener recursos suficientes para comprar territorio en el que mantener el modo de vida que han llevado durante siglos.
Finalizamos la conversación con una cita para el sábado próximo, que me llevará varios días por la taiga aprendiendo sus tradiciones, métodos de caza y la adaptación al territorio hostil y salvaje donde viven.
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Vive en una de esas cabinas subvencionadas por las ayudas del programa, más cómoda para él que las tradicionales tiendas nómadas y aprovecha el turismo como medio para obtener la independencia cultural. Posee un vasto territorio adquirido a bajo precio que comprende varios lagos, un macizo montañoso y una extensa zona de taiga. Actualmente cuenta con siete renos que espera reproducir hasta 150 a lo largo de 5 años. Comprendo que estoy ante un privilegiado que vive relativamente al margen de los problemas que condicionan a su pueblo.
Sábado 5 de diciembre de 2009. 8 de la mañana.
Equipado con el material técnico que voy a necesitar durante los próximos días, parto de Revda con destino a Lovozero. Estamos a -17º.
Mientras hago hora para reunirme con Vitaly, salgo a tomar unas instantáneas del mágico “amanecer¹” que perezosamente comienza a despertar sobre este pueblo boreal. La helada de las noches anteriores ha cubierto cada tallo de vegetación. El recorte de las ramas heladas de los árboles contra el alba es realmente impresionante.
Camino hacia el Centro, donde me espera Iván, que me guiará a través del bosque, hacia el territorio de Vitaly. Durante el viaje contemplo el amanecer más hermoso que haya visto en mi vida. Surgiendo de las copas de los árboles, el macizo Lovozero se ilumina con las delicadas luces del alba, que comprende todos los tonos del espectro que van del amarillo al rojo y de este al azul.
El coche circula a toda velocidad sobre las heladas pistas que atraviesan el bosque, varias horas después nos recibe Vitaly. Nos ofrece te y galletas.
Vitaly se dedica actualmente al turismo, muestra sus renos a diversos grupos escolares, prepara actividades al aire libre y una comida, en una actividad a medio camino entre el folclore y la acampada.
Vive en una de esas cabinas subvencionadas por las ayudas del programa, más cómoda para él que las tradicionales tiendas nómadas y aprovecha el turismo como medio para obtener la independencia cultural. Posee un vasto territorio adquirido a bajo precio que comprende varios lagos, un macizo montañoso y una extensa zona de taiga. Actualmente cuenta con siete renos que espera reproducir hasta 150 a lo largo de 5 años. Comprendo que estoy ante un privilegiado que vive relativamente al margen de los problemas que condicionan a su pueblo.
Durante varios días me embarco en un fantástico viaje en el que nos adentramos en la taiga más profunda, cruzando ríos y valles, para explorar los límites de su territorio y contactar con otras familias nómadas, días en los que aprendo las técnicas de caza y los métodos tradicionales de la pesca en lagos, la construcción y el funcionamiento de sus tiendas, el curtido de pieles y la confección artesana de objetos, todo, regado con abundante vodka.
Días más tarde, viajando en tren hacia Kandalaksha me pregunto si he sido mudo testigo del desesperado intento de supervivencia de una raza ya extinta o del renacimiento del espíritu de un pueblo que ha luchado durante siglos por mantener su identidad. En pocos años sabremos si la cuna de la cultura occidental ha sabido cuidar su diversidad étnica.
¹. En esta época del año hay oscuridad perpetua, el sol no aparecerá hasta febrero.
Lovozero / Granada, diciembre de 2009
Federico Arcos Zafra
arquitecto
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