domingo, 10 de enero de 2010

VYBORG . LA CIUDAD MÁS DECADENTE DE RUSIA

Después de haber visitado innumerables ciudades soviéticas, sin duda, Vyborg es la más triste de todas ellas. Cuando paseo por la ciudad aprecio la antigua relación de ésta con su entorno natural, los ejes bien trazados de las vías, la fachada de la bahía, la relación urbana de los edificios con la escala humana… sin embargo, la mano soviética ha diluido esa belleza.

Escudos finlandés y ruso de la ciudad de Vyborg

El culmen de la decadencia lo encuentro en el centro, en un antiguo parque finés con maneras de bosque, donde una pequeña joya de la arquitectura universal ha sido condenada a una horrible muerte. Condenada al ostracismo, la biblioteca municipal de Viipuri sólo espera acabar de consumirse en el olvido. Cuando llego a ella está cerrada, buscándola, he llegado por inercia a un edificio semi-abandonado y en avanzado estado de deterioro, sin embargo, su sobresaliente arquitectura aún puede distinguirse desde lejos.

Lo rodeo, admirando una arquitectura atemporal, sensible y ajustada a escala, mientras veo como se desmorona con el paso del tiempo. Desde el acceso exterior miro hacia dentro tratando de encontrar la manera de entrar, una vieja mujer rusa me ve desde el extremo opuesto, me acerco hacia la puerta y la aporreo hasta que con desgana la mujer se acerca hasta donde estoy, para, desde detrás de la cristalera indicarme la hora de apertura, marcada en cirílico en la puerta. Trato de explicarle que vengo desde muy lejos sólo para ver este edificio, ni siquiera me contesta, se da la vuelta alejándose con paso torpe, inconsciente de saber dónde se encuentra.

Postal finesa de la Guerra de Invierno
Con bastante indignación me acerco a la cristalera de la sala de lectura para ver como el sensual techo de madera curvada ya no cubre las cabezas de los lectores, sino los sacos de escayola de un taller, que ha ocupado un lugar cumbre de la arquitectura mundial.

Mi autobús a Sank Peterburg sale aproximadamente a la misma hora que abre el edificio, pero ya no quiero verlo, me vuelvo deambulando hacia el hotel, mientras veo cómo los decadentes edificios soviéticos han acabado con una ciudad ya hoy irrecuperable.

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